Hoy he descubierto que la única cura de mi estupidez es la hipocresía. Un caso mas, en la que el remedio es peor que la enfermedad. Que alguien me regale la camiseta “sufro en silencio tu estupidez” (en amarillo mostaza, por si cuela, que cuele bien, una L{se acepta cualquier otro tipo de L’s [léase “eles”]})
Creo que todos necesitamos un sito oscuro, solitario y hostil donde llorar y caer rendido ante lo imposible, lo imbecinble, lo infito, hasta que se convierta en absurdo y puedas seguir adelante.